De la Vida: Cambiarse de casa

Estuve ausente un tiempo largo, lo sé, pido mis excusas, pero no tenía internet y no tenía porque me cambié de casa. Hoy, soy feliz, adoro nuestro nuevo hogar; un lugar precioso, aunque aún tenemos poco muebles, ya está todo más armado, estoy más cerca de mi trabajo y aunque sea un detalle, ya tengo internet, porque pucha que extrañaba actualizar el blog, ver los suyos y leer sus cariñosos comentarios.

Cambiarse del casa es una experiencia, en todo el sentido de la palabra, es un proceso estresante -«¡cuidado con esa caja!» «¿como voy a envolver todo esto?» son algunas preguntas que pasan constantemente por nuestras cabezas– además uno debe pensar en el camión de la mudanza, organizar todo, cargar, etc, etc.
Finalmente cuando uno ya ve muchas muchas cajas en el living de tu nuevo hogar, la tranquilidad comienza a llegar, sientes que el paso 1 ya se superó, que lograste trasladar todo a tu nuevo hogar; si, todas esas cosas que no entiendes si se reprodujeron o que -«¿cuándo acumulamos todo esto?»– es una pregunta constante.
Y luego viene la parte complicada, adaptar todo a los nuevos espacios, ordenar, comprar más muebles (nosotros vivíamos en un semi-amoblado y ahora ya no, nos toca comprar varias cosas) y cuanto más se les pueda ocurrir, pero en el punto positivo es que uno puede ir haciendo esto a un ritmo más pausado, además de ir decorando y darle nuestra personalidad al lugar, para sentirse definitivamente en casa.

Me encanta este nuevo lugar, aunque el proceso fue agotador definitivamente valió la pena.
¿Que opinan de los cambios de casa? ¿Algunas anécdotas para compartir?

Saludos y ahora si nos leeremos nuevamente con regularidad, gracias por seguir aquí 🙂